Según el Barón de
Jomini (1862), fue a partir de la Revolución Francesa que se introdujo dentro
de la organización de los ejércitos europeos, el llamado sistema de divisiones,
en el cual, la brigada, venía a constituir la base fundamental (una división
estaba compuesta por dos brigadas, cada brigada se componía de dos regimientos,
cada uno a su vez compuesto de dos o tres batallones).
Cada una de esas divisiones, integraba unidades
de infantería, caballería e infantería; y poseían además mucha libertad de
acción, pudiendo maniobrar y enfrentar al enemigo de forma independiente en
caso de necesidad. Dicho sistema, será ampliado y reforzado por Napoleón I en
el año de 1800, con la creación de sus célebres cuerpos de ejército, cada uno
compuesto a su vez, por entre dos o cuatro divisiones.
Estas innovaciones en la manera de
organizar y componer los cuerpos del ejército francés, fueron rápidamente
imitadas por otras naciones europeas durante las grandes conflagraciones
bélicas de finales del siglo 18 y comienzos del 19, conocidas hoy como guerras
napoleónicas. En la guerra de independencia sudamericana, los ejércitos en
contienda, continuaron empleando el sistema divisional, como se le conoció a
finales del siglo 18, previo a las innovaciones ya citadas.
Sin embargo, a nuestro continente llegarían noticias de
algunos de los aportes que en aquel momento Napoleón I legaba al arte de la
guerra, uno de ellos, específicamente la formación de Cuerpos de ejército
compuestos por batallones veteranos o de élite (como la famosa Guardia de
Napoleón), será uno de los paradigmas militares adaptados e implementados
dentro del ejército patriota, que bajo la conducción de El Libertador Simón
Bolívar, llevará a cabo la independencia de la mitad del continente sudamericano.
A finales del año de
1817, poco después de la toma de la Provincia de Guayana por las tropas
independentistas, El Libertador desarrolla una fuerte actividad organizativa de
su ejército. Una de las medidas de mayor importancia, fue la creación por
decreto de 24 de septiembre, de los Estados Mayores Divisionarios (basados en
el manual de Ayudantes Generales, publicado por Thiéboult). Dicha medida se
complementa ese mismo año con la creación de las brigadas de infantería, ello
sumado a su intención de comenzar la estructuración de la Primera Brigada de la
Guardia.
Para el año 1818, el ejército Libertador se
componía de dos divisiones, cuatro brigadas y una columna. Entre los años de
1820 y 1821, El Libertador no sólo completará los batallones y escuadrones de
la Primera Brigada de la Guardia, sino que comienza la formación de una segunda
(Bencomo Barrios, 1983). La historia de dichas Brigadas no se encuentra
suficientemente documentada hasta la fecha; pero se conoce que se le conformó
con las mejores unidades tanto de caballería como de infantería de todo el
ejército, previo decreto del Jefe Supremo.
Será en la gloriosa jornada de Carabobo (24
de junio de 1821) que ambos cuerpos, verán su primera participación de
importancia. Para el momento, la Primera Brigada de la Guardia era comandada
por el coronel Ambrosio Plaza y estaba
compuesta por los batallones Rifles, Granaderos, Vencedor en Boyacá y
Anzoátegui, además de los regimientos de caballería Dragones y Húsares; la
Segunda Brigada comandada por el coronel Antonio Rangel, por los batallones
Tiradores, Boyacá y Vargas.
Luego de esa victoria para las armas
patriotas, El Libertador entra triunfalmente a Caracas, donde decretará que el
antiguo batallón Cazadores Británicos (ahora denominado Carabobo), comience a
formar parte de la Guardia; en septiembre del mismo año se crea e incorpora a
la Brigada el batallón Caracas.
Para el 8 de febrero de 1822, El Libertador
incorpora a la Brigada los batallones Bogotá y Vargas (antiguo Neiva). El 22 de
julio del mismo año, será integrado a la Guardia, el antiguo batallón Numancia
(formado por soldados venezolanos y que había servido bajo banderas realistas
antes de pasarse a bando patriota), ahora bajo el nombre de Voltígeros. En la
campaña del Perú (1824), los batallones de la Guardia: Vencedor, Rifles Bogotá,
Caracas, Vargas y Voltígeros, así como los escuadrones de caballería Húsares y
Granaderos tendrán decisiva participación en la gloriosa batalla de Ayacucho.
Según los datos aportados por el insigne
historiador venezolano Lino Duarte Level y por intermedio de otras referencias,
la Brigada de la Guardia estuvo compuesta por once batallones de infantería;
sin embargo, en la memoria presentada por el ministro de guerra General Pedro
Briceño Méndez, ante el Congreso de la República de Colombia el 27 de abril
1824, la Guardia se componía de diez batallones: “La Guardia de Honor del Gobierno. – Si bien este cuerpo se halla
incluido en los efectivos del ejército, se le da consideración aparte a causa
de su peculiar organización. Consta de diez batallones de infantería y de seis
regimientos de caballería, cuya composición es similar a la del resto del
ejército. La diferencia consiste en que, en la Guardia, la infantería forma una
división bajo el comando de un general de división, segmentada en dos brigadas,
a cargo de un brigadier o coronel cada una. La caballería está compuesta por
otra brigada (De éstos últimos se conoce poco, pero entre ellas se encontraban escuadrones de Dragones, Húsares, Lanceros, Granaderos a caballo, Cazadores y Guías), mandada también por un brigadier. Ambas tienen un comandante
general con el estado mayor que corresponde a un cuerpo del ejército.
La Guardia,
creada por el Libertador Presidente cuando desempeñaba el cargo de comandante
en Jefe de Venezuela, ha sido aumentada desde entonces con la adición de varios
cuerpos que se han distinguido por su disciplina, conducta ejemplar e
intrepidez. No disfrutan de ningún otro privilegio o distinción que ser los más
antiguos del ejército, integrar la guardia de honor del gobierno y corresponder
el puesto de vanguardia cuando se marcha al encuentro del enemigo. Esta
institución ha suscitado un noble y saludable espíritu de emulación. El año
anterior le fueron incorporados dos batallones y un escuadrón en virtud de sus
brillantes servicios.” (1)
Respecto a la
uniformidad de dichos cuerpos, la información disponible es muy escasa, como es
habitual respecto al tema del vestuario militar de la época. Ciertamente, por
ser la Brigada de la Guardia un cuerpo ejemplar para el resto del ejército, El
Libertador puso mucho empeño en dotarla según las circunstancias, del mejor
equipamiento disponible.
Como fue mencionado anteriormente, algunos
de los batallones de la Guardia (como se le conocía en aquellos tiempos)
participaron de forma sobresaliente en la campaña de Ayacucho (1824). El
oficial patriota Manuel Antonio López, quien también participara en dicha
campaña, refiere en sus memorias lo siguiente, respecto al vestuario de los
cuerpos del ejército libertador en vísperas de aquella batalla:
“Despachado el
almuerzo, nuestros vecinos procedieron a uniformarse de parada cuidadosamente,
cortesía que no pudimos corresponderles porque no teníamos dos ejemplares
completos de vestido, y ninguno de ellos vistoso. Nuestro uniforme (enviado de
Chile por el ilustre Coronel Daniel Florencio O’Leary) consistía en casaca
corta o polonesa, con variación de chaqueta, guarnecidos cuello y mangas de
azul claro, verde o encarnado, según los cuerpos, y al través de la guarnición
de las mangas un marrueco o cerradura de otro color, ojalada con tres botones;
pantalón ancho de pliegue al frente, y capote largo hasta la espinilla, todo de
bayeta o de paño ordinario azul oscuro, más un duplicado de pantalones de
género blanco. Quien carecía de manta para dormir se cobijaba con el capote,
prenda de uso constante, sobre el cual iba cruzada la fornitura; detrás, morral
de cuero curtido; en la cabeza un morrión alto y pesado de vaqueta negra en
forma de cono inverso, con sus cordones blancos, encarnados o verdes y pompón
verde, celeste o encarnado, y una roseta tricolor o bicolor por escarapela; y
carrilleras escamadas de hojalata bruñida. Los sargentos y cabos, sin caponas,
con su divisa al brazo bajo el capote. Los jinetes, de chaqueta azul con
alamares amarillos. Los Jefes y Oficiales sin más distinción que las presillas
y el sombrero elástico o apuntado, éste de hule negro con borla oro y
escarapela tricolor o bicolor, según que fuese colombiano o peruano; pero
algunos Jefes de caballería con alamares de hilo de plata. Raros galones, nada
de bandas, bordados ni penachos; y en punto a charreteras, usábanlas únicamente
los Generales, cuyos sombreros se distinguían por una orla o cresta de pluma
blanca.” (2)
El historiador Lino Duarte Level es el
autor de los únicos trabajos que hasta la fecha se conocen respecto a la
historia de algunos de los batallones de la Brigada de la Guardia creada por El
Libertador. Respecto a la uniformidad de dichos cuerpos, Level al referirse al
batallón Anzoátegui dice que: “Su equipo
era lujoso. Su uniforme se componía de casaca corta de paño azul turquí con
vueltas, cuello, forros y vivos encarnados; corbatín negro, alto morrión de
suela negra, pantalón blanco, capote de paño gris con mangas y cinturón, y
camisa blanca. Con ese uniforme permaneció hasta su extinción,” (3). También refiere del batallón Voltígeros
que: “Su uniforme era de casaca de paño
azul con cuello y botas celestes y barras encarnadas.”(4)
NOTAS A PIE DE PÁGINA
(*) No debe confundirse, la Brigada
de la Guardia con la Guardia de Honor del Libertador.
(1) William Duane, ob. cit., tomo II, pp. 231-247.
(2) López, Manuel Antonio. Recuerdos Históricos, pp. 159-160
(3) Duarte Level, Lino. Fastos Militares, p. 360
(4) Duarte Level, Lino. Historia Militar y Civil de Venezuela., p. 455
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BENCOMO BARRIOS, Héctor.
Bolívar Jefe Militar, serie Bicentenario, Cuadernos Lagoven, Caracas 1983, 78
p.
DUARTE LEVEL, Lino. Fastos
Militares, en Historia Patria, edición facsimilar de editorial Arte de la
versión original de 1911, Caracas 1972, 452 p.
DUANE, William. Viaje a la Gran Colombia en los años 1822-1823. Caracas, Instituto Nacional de Hipódromos, 1968. II tomos.
DUARTE LEVEL, Lino. Cuadros
de la Historia Militar y Civil de Venezuela. Biblioteca Ayacucho, editorial
América, Madrid 1917, 458 p.
LÓPEZ, Manuel Antonio. Recuerdos Históricos. Bogotá, Ediciones de la Presidencia de la República de Colombia, 1955.
Una vez mas lo felicito por su excelente trabajo, con relación a "La Guardia" recomiendo la lectura de la obra "La Guardia de Honor del Libertador Presidente" 2 tomos, de Francisco Alejandro Vargas, ediciones de La Presidencia de La República serie Histórica/Colección "Aspectos de La independencia" Caracas 1975.
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